No llueve eternamente...

Todo el poder del mundo reside en los ojos

viernes, 30 de abril de 2010

La pesada broma del desierto


El fuerte viento levantaba la ardiente arena que golpeaba violentamente las carnes del solitario nómada que vagaba por las engañosas dunas del desierto mientras sentía que su cuerpo se desgastaba como una piedra que se erosiona.

Deambulaba con unos cortos y viejos harapos que le quedaban como herencia de su calimitosa vida.Si pudiera avanzaría en eses pero la situación no se lo permitía y apenas conseguía avanzar unos pados por minuto en linea recta con dolorosa dificultad.

Oía el estruendo de la tormenta que le había atrapado. Veía a duras penas,todo le sabía a barro y no olía nada.

El veneno de la serpiente estraría a punto de hacer efecto y si no hallaba rápido el antídoto moriría sin dar el mensaje que debía comunicar a cualquier ser viviente que le entendiera, pero las posibilidades se esfumaban como los segundos.

Pese a tofas las adversidades siguió caminando, hundiendose tras sus pasos hasta que la ventiscas amainó y puedo vislumbrar un poblado que cortaba el horizonte, o al menos creyó verlo, por que no era más que un mero espejismo.
Aunque no lo era el guerrero mercenario que avanzaba hacia él por el este en un poderoso camenllo. Lo único que pudo decir de este es que sus ojos azabaches eran tan profundos que las mas crueles arenas movedizas.
-Sello...puerta...roto...

Su vida se apagó mientras caía al suelo y el jinete con su asombro reflejado con sus cejas levantadas le tendía inutilmente la mano.

Rapidamente marcho hacia al sur mientras que el cuerpo inerte del pobre desgraciado estaba siendo explorado por un escorpión que clavó su agijón en la espalda, inyectando el veneno. Ese era su antídoto

Cortos relatos, largos sueños

sábado, 24 de abril de 2010

El sueño del gusano


Como ya te dije, te dedico esta nueva entrada con el mini relato que te gusto tanto =P

Vamos allá!

Querido Capullo,

Se que últimamente no sales de casa, no quieres hablar con nadie. Te has encerrado en tu mundo para que no te molesten.

Has llegado a esa fase donde eres lo suficientemente mayor como para no arrastrarte pero no lo suficiente para mirar las cosas desde arriba.

Y sé que no te has olvidado de mí, pero desde que llegaste a esta etapa nos hemos distanciado. Yo sólo he podido mirarte durante algunos días, para nosotros eternos, queriendo ser como tú, como todo hermano pequeño, aunque sólo sea por un par de minutos. Siempre fuiste más adelantado que yo en esos temas.

Recuerdo los días al sol sobre las hojas de morera soñando que seríamos mariposas y volaríamos lo más alto posible para sentirnos los más grandes de nuestro pequeño mundo. Bueno, soñando... y teniendo cuidado de que no nos pisaran ¿Te acuerdas de aquel niño de la lupa? Yo sí, como olvidarlo.

Pronto harás realidad ese sueño, dentro de nada saldrás de tu cuarto para observar de nuevo la luz del sol con unos nuevos ojos.

Al fin podrás volar y volar. Desde pequeño envidiabas a las mariposas aunque sabías que terminarías siendo una.

El motivo de esta carta no es otro que el de despedirme de ti. Estaba tan embobado viéndote madurar que me olvidé de mi mismo y me despisté hasta tal punto que cuando me quise dar cuenta ya estaba en el pico del gorrión.

Me ha dejado escribirte esta carta antes de alimentar a sus crías. No le guardo rencor, y espero que tú tampoco, si algún día lees esto. Al fin y al cabo sólo cuida de sus polluelos como lo hacia mamá con nosotros. La culpa es mía. Lo siento.

Lo he pensado, y me he dado cuenta que he volado también, y si tengo suerte lo volveré hacer durante un breve periodo de tiempo digestivo.

Bueno, querido hermano, se me acaba la hoja y el tiempo. Tan sólo espero que algún día puedas observar mis últimas palabras. Hasta que nos veamos en el cielo de los insectos.

Un restriego de tu hermano Gurm.

domingo, 4 de abril de 2010

Despegamos



Esto comienza, a ver que tal va. Igual de esta manera me obligo a escribir más, esperemos que si
Bien primero dejo una imagen donde pone las directrices a seguir si queréis algo del taller de PS. Lo de las actualizaciones es solo si lo encargáis por fotolog. La cosa es que no me sobrecarguéis de pedidos, aunque dudo que eso ocurra.

Voy a dejar algo que escribí hace tiempo.

La noche era calurosa. El suave viento que acariciaba las ramas era un pequeño bálsamo. La luz blanca de Naerú golpeaba las aguas frías del lago Ailatí. En la orilla se encontraban dos niños; una preciosa niña de diez años que se entretenía mojándose los pies, y un muchacho de doce que, fantaseando, andaba perdido en sus sueños.

-¡Seré el guerrero mas fuerte de todo Inelito!- el brillo de sus ojos y su entusiasmo hacían que se lo creyera él mismo. Llevaba un palo de madera que zarandeaba como si de una espada se tratase. -¡Montaré dragones, derrotaré a los malvados y salvaré princesas como tú!

Se arrodilló junto a ella y se quedó mirándola fijamente a los ojos.

-¿De verdad soy una princesa?- preguntó haciéndose la interesante mientras con el dedo enredaba su pelirrojo cabello.

-Eres la princesa más bonita de todas- le aseguró mientras sonreía.

Arazne se acercó al chico y le besó en la mejilla con mucha ternura, a la vez que Hardhu enrojecía y sentía que sus orejas se calentaban, llenándose de amor. Él le acarició la cara con suavidad y la chica cerró los ojos dejándose llevar.

La chiquilla se quitó un colgante de su blanco cuello y lo ató al del muchacho con mucho cariño; era una piedra que parecía una gota de agua azul, símbolo del clan de los Nayamar.

-Cuando estés en peligro o necesites ayuda, grita, llámame, y yo apareceré para salvarte, da igual allá donde estés, porque allí estaré, ¿Vale?

-Vale.

Los niños se abrazaron con todo el amor que poseían en su interior, y Arazne notó como todo el cariño de Hardhu la envolvía. Las marcas de los clanes de cada uno brillaban intensamente y los ojos de la niña se tornaban en rojo fuego.

De repente el aullido de dolor de algún animal cercano los sacó de sus sueños. El gemido procedía del interior del bosque, no muy lejos del lugar donde se encontraban. Por un momento se miraron dudosos de lo que debían hacer, pero finalmente se agarraron fuertemente de la mano y con decisión se internaron en el bosque en busca del animal herido. No habían andado mucho cuando encontraron a la criatura quejándose junto a un gran árbol. Era un meijuh, un animal cuya apariencia se asimilaba a la de un lobo, solo que de mayor tamaño, con unos ojos anaranjados, que resaltaban en la oscuridad de la noche, y un pelaje grisáceo con unas franjas en el lomo que ahora se confundían con la sangre que emanaba de la herida.

-¡Pobrecito!, Hardhu, ¡ayúdalo!, por favor, que a ti se te da bien tratar con los animalitos.

El niño se acercó cuidadosamente por si al meijuh no le gustaba su presencia. Tras una rápido ojeada, comprobó que era una herida poco profunda, pero suficientemente grave como para hacer que el pobre animal terminara presa de algún depredador hambriento o un cazador.

Sin que Hardhu le dijera nada, Arazne recogió tres especies de hierbas diferentes que abundaban en el bosque y empezó a machacarlas con las manos hasta conseguir una pasta verdosa con una textura similar a la de una crema. La niña trató de acercarse al animal pero éste, desconfiado, le gruñó.

-Será mejor que se la de yo.- Dijo mientras cogía un poco del ungüento y lo esparcía por la herida, provocando un gran gemido de dolor del animal- chssst chssst ya está, chico, ya está.

El dolor y el cansancio terminaron con las pocas fuerzas que le quedaban al meijuh, cayendo exhausto. Ya era tarde, y la oscuridad envolvía poco a poco el ambiente, así que los muchachos decidieron quedarse a pasar la noche en aquel árbol, junto al animal. Hardhu y Arazne se quedaron dormidos mientras terminaban el abrazo que el rugido del animal había interrumpido.

Al amanecer ambos fueron despertados por los lametazos del meijuh. Los primeros rayos de luz atravesaban ya el espeso bosque. EL animal se encontraba mucho más afable, y sintiéndose en deuda con los niños ya no se separó de ellos. Al fin y al cabo, a pesar de su tamaño, no era más que una cría de meijuh, necesitaba compañía y protección en ese momento. Hardhu lo abrazó con alegría, pues de alguna manera sentía que era su amigo, ese animal que cada miembro de su familia encontraba a lo largo de su vida.

- Te llamarás Osphos- Dijo el niño mientras el meijuh le lamía la cara cariñosamente, gesto por el cual el animal mostraba de algún modo su aprobación.