No llueve eternamente...

Todo el poder del mundo reside en los ojos

domingo, 4 de abril de 2010

Despegamos



Esto comienza, a ver que tal va. Igual de esta manera me obligo a escribir más, esperemos que si
Bien primero dejo una imagen donde pone las directrices a seguir si queréis algo del taller de PS. Lo de las actualizaciones es solo si lo encargáis por fotolog. La cosa es que no me sobrecarguéis de pedidos, aunque dudo que eso ocurra.

Voy a dejar algo que escribí hace tiempo.

La noche era calurosa. El suave viento que acariciaba las ramas era un pequeño bálsamo. La luz blanca de Naerú golpeaba las aguas frías del lago Ailatí. En la orilla se encontraban dos niños; una preciosa niña de diez años que se entretenía mojándose los pies, y un muchacho de doce que, fantaseando, andaba perdido en sus sueños.

-¡Seré el guerrero mas fuerte de todo Inelito!- el brillo de sus ojos y su entusiasmo hacían que se lo creyera él mismo. Llevaba un palo de madera que zarandeaba como si de una espada se tratase. -¡Montaré dragones, derrotaré a los malvados y salvaré princesas como tú!

Se arrodilló junto a ella y se quedó mirándola fijamente a los ojos.

-¿De verdad soy una princesa?- preguntó haciéndose la interesante mientras con el dedo enredaba su pelirrojo cabello.

-Eres la princesa más bonita de todas- le aseguró mientras sonreía.

Arazne se acercó al chico y le besó en la mejilla con mucha ternura, a la vez que Hardhu enrojecía y sentía que sus orejas se calentaban, llenándose de amor. Él le acarició la cara con suavidad y la chica cerró los ojos dejándose llevar.

La chiquilla se quitó un colgante de su blanco cuello y lo ató al del muchacho con mucho cariño; era una piedra que parecía una gota de agua azul, símbolo del clan de los Nayamar.

-Cuando estés en peligro o necesites ayuda, grita, llámame, y yo apareceré para salvarte, da igual allá donde estés, porque allí estaré, ¿Vale?

-Vale.

Los niños se abrazaron con todo el amor que poseían en su interior, y Arazne notó como todo el cariño de Hardhu la envolvía. Las marcas de los clanes de cada uno brillaban intensamente y los ojos de la niña se tornaban en rojo fuego.

De repente el aullido de dolor de algún animal cercano los sacó de sus sueños. El gemido procedía del interior del bosque, no muy lejos del lugar donde se encontraban. Por un momento se miraron dudosos de lo que debían hacer, pero finalmente se agarraron fuertemente de la mano y con decisión se internaron en el bosque en busca del animal herido. No habían andado mucho cuando encontraron a la criatura quejándose junto a un gran árbol. Era un meijuh, un animal cuya apariencia se asimilaba a la de un lobo, solo que de mayor tamaño, con unos ojos anaranjados, que resaltaban en la oscuridad de la noche, y un pelaje grisáceo con unas franjas en el lomo que ahora se confundían con la sangre que emanaba de la herida.

-¡Pobrecito!, Hardhu, ¡ayúdalo!, por favor, que a ti se te da bien tratar con los animalitos.

El niño se acercó cuidadosamente por si al meijuh no le gustaba su presencia. Tras una rápido ojeada, comprobó que era una herida poco profunda, pero suficientemente grave como para hacer que el pobre animal terminara presa de algún depredador hambriento o un cazador.

Sin que Hardhu le dijera nada, Arazne recogió tres especies de hierbas diferentes que abundaban en el bosque y empezó a machacarlas con las manos hasta conseguir una pasta verdosa con una textura similar a la de una crema. La niña trató de acercarse al animal pero éste, desconfiado, le gruñó.

-Será mejor que se la de yo.- Dijo mientras cogía un poco del ungüento y lo esparcía por la herida, provocando un gran gemido de dolor del animal- chssst chssst ya está, chico, ya está.

El dolor y el cansancio terminaron con las pocas fuerzas que le quedaban al meijuh, cayendo exhausto. Ya era tarde, y la oscuridad envolvía poco a poco el ambiente, así que los muchachos decidieron quedarse a pasar la noche en aquel árbol, junto al animal. Hardhu y Arazne se quedaron dormidos mientras terminaban el abrazo que el rugido del animal había interrumpido.

Al amanecer ambos fueron despertados por los lametazos del meijuh. Los primeros rayos de luz atravesaban ya el espeso bosque. EL animal se encontraba mucho más afable, y sintiéndose en deuda con los niños ya no se separó de ellos. Al fin y al cabo, a pesar de su tamaño, no era más que una cría de meijuh, necesitaba compañía y protección en ese momento. Hardhu lo abrazó con alegría, pues de alguna manera sentía que era su amigo, ese animal que cada miembro de su familia encontraba a lo largo de su vida.

- Te llamarás Osphos- Dijo el niño mientras el meijuh le lamía la cara cariñosamente, gesto por el cual el animal mostraba de algún modo su aprobación.

1 comentario:

  1. Hola!
    Me gusta este blog! A ver si es verdad y sigues escribiendo, que me encantan tus historias raras =P Bueno, historias y ralladas varias, que tu tienes muchas xD
    Un beso!

    **Cris**

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